Patrimonio geológico -Ayuntamiento de Cabrillanes

Patrimonio geológico

Son varios los enclaves de interés geológico que ofrece el municipio de Cabrillanes. Su importancia radica en que permiten estudiar distintos aspectos del relieve y del modelado glaciar y fluvial de esta zona occidental de la Cordillera Cantábrica.

En varios puntos del municipio, como en Torre, Lago de Babia, La Vega de los Viejos o Quejo y Cacabillo, es posible contemplar algunos aspectos relacionados con procesos tectónicos que, con la orogenia hercínica, elevaron estas montañas, y con la intensidad con que los hielos modelaron estos valles al sucederse, durante el Pleistoceno, distintos episodios glaciares con sus correspondientes periodos interglaciares.

Son de gran interés el conjunto de lagunas que salpican la comarca, así como otras estructuras glaciares, como las morrenas, estrías y bloques erráticos, que permiten conocer la potencia y extensión alcanzada por el hielo en los distintos periodos, aportando datos de gran interés paleo-climático.

Igualmente relevantes resultan el conjunto de estructuras paleozoicas fuertemente plegadas y falladas, que se puede observar desde la carretera de acceso a La Cueta o los fenómenos asociados al modelado fluvial, superpuestos a los anteriores y que siguen manifestándose en la actualidad, protagonizados por el río Sil, y que tienen su máximo exponente en la captura fluvial sobre el río Luna y uno de sus mejores puntos de observación a la altura del puente de Las Palomas, entre Babia y Laciana.

Captura fluvial del río Sil

Desde el entorno del puente de Las Palomas, próximo a Piedrafita de Babia, es posible observar uno de los fenómenos geomorfológicos más interesantes de Babia: la captura fluvial provocada por el río Sil. En este punto se puede observar un fuerte encajonamiento del río Sil, contrastando con la amplia vega que lo rodea, que se corresponde con la antigua vega fluvial por la que discurría el antiguo río Luna.

Esta amplia vega destaca además en comparación con el escaso caudal del actual río Luna, un pequeño arroyo en este punto. Esta diferencia erosiva entre ambos ríos deriva de un proceso de captura fluvial del río Sil sobre la cabecera del antiguo río Luna.

Este proceso se explica por la erosión remontante del río Sil. Para ello, debemos conocer el diferente nivel de base de ambos ríos, ya que mientras el río Sil desciende a una cota de 1.000 metros en apenas 11 kilómetros, el río Luna necesita 45 kilómetros para descender a este nivel. Esto se traduce en una mayor capacidad erosiva del primero y por lo tanto explica que el río Sil haya ido ganando terreno al antiguo río Luna, retrocediendo poco a poco hacia su cabecera y capturando arroyos y pequeños cursos fluviales que antiguamente drenaban hacia el Luna.

Valle de La Cueta

El papel del río Sil ha sido determinante para poder observar las rocas de este valle y su disposición.

Lo que más destaca en el paisaje es la secuencia de pliegues que se observa en la margen derecha del río desde la localidad de La Cueta; desde sus otros barrios, Quejo y Cacabillo; y desde el collado situado cerca de la Laguna Grande, en Lago de Babia.

Al noroeste de estos pueblos se elevan grandes paredes rocosas en las que resulta muy evidente que las distintas capas de roca están fuertemente plegadas. Estas rocas, intensamente deformadas durante las orogenias, forman sinclinales (pliegues cóncavos) y anticlinales (pliegues convexos) entre los que se aprecian pequeñas fallas que provocan el desplazamiento de algunos bloques respecto de los adyacentes.

Fuente: Cuatro Valles.

Las lagunas de Las Matas

El origen de las lagunas de Las Matas se remonta a la última gran glaciación. Los valles del Campo de la Vega y del arroyo del Puerto estuvieron ocupados por lenguas de hielo que transportaban fragmentos de roca y otros materiales. Al quedar depositados en las laderas de ambos valles, formaron morrenas que actúan como diques y retienen el agua de las precipitaciones, lo que favorece la formación de lagunas y zonas encharcadas.

Este conjunto de lagunas yuxtaglaciares (La Mata, El Miro, El Sierro y El Troiquín), a pesar de sus pequeñas dimensiones, tiene gran importancia para los ecosistemas, por lo que han sido incluidas en el Catálogo de Zonas Húmedas de Castilla y León.

Fuente: Cuatro Valles.

Complejo morrénico de Torre de Babia

El valle de Torre de Babia presenta multitud de restos procedentes de fenómenos glaciares visibles a simple vista. Con una longitud de 10,5 kilómetros, durante el último periodo glaciar estuvo ocupado por una gran lengua de hielo de 8 kilómetros de longitud y unos 200 metros de altura que modeló la mayor parte de este valle.

Esta lengua de hielo se formaba por acumulación de nieve y hielo en la cabecera del Sil. Esta masa de hielo, al desplazarse ladera abajo, tiene la capacidad de trasladar grandes cantidades de material, tanto de gran tamaño como pequeño.

Una vez desaparecido este glaciar, hace unos 12.000 años, las rocas que transportaba se quedan en el suelo, formando, en ocasiones, grandes acumulaciones de rocas denominadas morrenas. Estas morrenas son visibles a ambos márgenes del valle, a la altura de la localidad de Torre de Babia, y también en la parte final del valle, hacia el sur del pueblo. Sobre una de estas morrenas se asienta la iglesia parroquial de la localidad, desde donde además es posible observar el resto de morrenas.

Ascendiendo por el valle de Torre es posible observar en las laderas el depósito de bloques erráticos, grandes bloques de piedra cuyo transporte a este lugar no se explica por otros fenómenos erosivos, sino por el transporte de la lengua de hielo. Y al final del valle, en su cabecera, otro de los restos glaciares más bellos de la Cordillera Cantábrica, la laguna de Las Verdes.